Ada Font Burdoy

¿Ciencias o letras? La gran pregunta en el momento de escoger los estudios postobligatorios. O, al menos, es la cuestión que se planteaba hace algunas décadas. Esta interrogación ha ido evolucionando con el paso de los años. En la actualidad, la pregunta ya no es dicotómica, ya que podemos incluir a las artes como posibilidad, pero hay algo que no varía: la clara separación entre letras o ciencias. Se presentan como disciplinas claramente diferenciadas y a las cuales está destinada un tipo de persona diferente. En letras, normalmente esta aquella persona que ha superado sus estudios con dificultad y que se tiene que relegar a hacer algo más fácil. En cambio, en ciencias, está aquel que siempre ha sido de los primeros de la clase y que está destinado a hacer grandes cosas.

Sin embargo, si prestamos atención, esta distinción resulta absurda teniendo en cuenta la presencia de las ciencias sociales.

La costumbre hace que una situación de inferioridad se repita hasta generar la creencia de que algo viene determinado de manera originaria y no de creación social.

Las ciencias sociales están presentes en la educación obligatoria sin que nosotros seamos conscientes. La historia o la economía son indudables ejemplos, pero curiosamente hay otras ciencias sociales como la sociología, la ciencia política, la antropología… que son ramas que muy poco frecuentemente se tratan como una asignatura aparte y con la importancia que supondría darles. Si desde la escuela se da un trato diferencial a diferentes disciplinas, es probable que en el futuro y en el mundo profesional esto suceda de la misma manera. La costumbre hace que una situación de inferioridad se repita hasta generar la creencia de que algo viene determinado de manera originaria y no de creación social.

Parece ser que socialmente podemos atribuir la distinción de ciencias sociales de primera y de segunda clase. Estudiar economía está bien visto. En cambio, si estudias historia, se entiende que jamás podrás trabajar de ello. Esta distinción viene dada de la utilidad que tiene para el mercado cada una de las disciplinas.

Michael Sandel en su obra La tiranía del mérito toma el postulado de algunos autores clásicos diciendo que la posibilidad de éxito que tengas en la vida no viene de tus habilidades naturales o de tu esfuerzo en desarrollar en virtuosismo en la disciplina, sino que viene de cómo valora la sociedad tu trabajo. Con lo cual tu trabajo y tus dones no te serán de ayuda si estos no concuerdan con lo que la sociedad y el mercado estiman como útil.

De esta manera, podemos afirmar que las ciencias naturales han monopolizado el concepto ciencia. Popularmente, al pronunciar el termino ciencia nos referimos a la biología, la química, la física… pero jamás a una ciencia social como la ciencia política. Si alguien que estudia una ciencia social le dice a alguien que estudia una ciencia natural que los dos hacen ciencia, las risas están aseguradas.

Desde la ciencia natural hay una actitud altiva, alzándose como los verdaderos abanderados de la ciencia, al menos, de la ciencia que importa.

Desde la ciencia natural hay una actitud altiva, alzándose como los verdaderos abanderados de la ciencia, al menos, de la ciencia que importa. Esto genera un complejo de inferioridad a los estudiantes y científicos sociales. Estos últimos pueden generan su actividad con relativa tranquilidad siempre y cuando no invadan los espacios de los científicos naturales. De hacerlo, desencadenaría un grave conflicto. Es habitual encontrar que un estudiante de Ciencias Políticas, al preguntarle por sus estudios, decida decir que estudia “políticas” sin mencionar que es una ciencia y que va implícito en el título del grado. Resultaría estúpido si alguien que estudia Ciencias de la Tierra dijera que estudia “la tierra” o “tierra”. En cambio, socialmente no se visualiza igual.

Las ciencias sociales no son menos, hay subvenciones, trabajos, estudios… que apoyan e incentivan su trabajo. Si fuera una disciplina menor todas estas ayudas y destinaciones no serían presentes. ¿Qué sentido tendría, si no, que, por ejemplo, la Generalitat de Catalunya financiara estudios históricos sobre diversos temas? Desde la historia se hace ciencia y esta es tan válida como los resultados obtenidos de un laboratorio de biología. La relación entre la ciencia social y ciencia natural es competencial, no de jerarquía.

La ciencia social es importante y relevante para la sociedad, tan solo es necesario que los demás lo visualicen y conceptualicen de esta manera.

Sí, la ciencia social es ciencia y sí estudia cuestiones que importan para el desarrollo de la sociedad. Tenemos que reivindicar el papel de los científicos sociales y no dar por hecho que la ciencia es únicamente la natural.


Ada Font Burdoy, estudiant de Dret i de Ciències Polítiques i de l’Administració a la Universitat Pompeu Fabra. Membre de deba-t.org des de febrero del 2020.

 

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