Al margen de las críticas que se puedan hacer de los ya existentes, y de la necesidad de un sistema de mantenimiento más eficaz, la necesidad de que las Administraciones (probablemente las locales) doten a sus ciudades de más lavabos públicos es un hecho. No se entiende, sino, la normativa de algunos municipios que penalizan (con cierta lógica) a aquellas personas que hacen sus necesidades (muy básicas, por otra parte) en plena vía pública. De ello se derivan, más allá de conductas incívicas, problemas de tipo higiénico y sanitario. Ahora bien, en tanto que estamos hablando de una necesidad básica, no se entiende que la única intervención de los entes locales en esta cuestión, sea solo la sanción, sin proponer ninguna alternativa. ¿Por qué no hablar de la importancia que supone la provisión de lavabos públicos en las calles de nuestras ciudades? Si la sanidad, la educación o la mobilidad son garantizados por la Administración, por muy banal que parezca, tener que ir al baño, también es necesario y constata que hay necesidades básicas que todavía no están garantizadas.